Lorna Wing (1979) utilizó el término trastorno del espectro autista, planteando lo que se conoce como «tríada de Wing»: trastorno de reciprocidad social, trastorno de comunicación verbal y no verbal y ausencia de capacidad simbólica y conducta imaginativa.
A estos trastornos posteriormente añadió los patrones repetitivos de actividad e intereses. De este modo, el concepto de TEA es utilizado para la noción dimensional de un continuo (no una categoría), en el que se altera cualitativamente un conjunto de capacidades. En este continuo de trastornos TEA se da una diversa afectación de los síntomas clave y los síntomas asociados.
El concepto de espectro autista puede ayudarnos a comprender que, cuando hablamos de autismo y de otros trastornos profundos del desarrollo, empleamos términos comunes para referirnos a personas muy diferentes.
Por todo ello, se puede decir que no hay dos personas con TEA que requieran un mismo proceso de rehabilitación, sino que este se deberá adaptar a las necesidades que plantee cada caso. Es necesario para ello que «entendamos» las necesidades que ellos tienen y, respetando su idiosincrasia, apoyemos con los recursos necesarios su desarrollo personal para favorecer su mayor autonomía.
La Tríada de Wing fue definida por la psiquiatra Lorna Wing en el año 1979 y ha sido de enorme relevancia para la comprensión del autismo tal y como lo entendemos a día de hoy.
Lorna Wing fue una psiquiatra británica que como resultado de tener una hija con autismo, se involucró de forma muy importante en el estudio de este.
Gracias a Lorna Wing y a su compañera Judit Gould, se hizo un giro revolucionario en la forma de entender el autismo. En ese momento, la información y consenso sobre qué era realmente el autismo era muy pobre, y ellas fueron las primeras en poner de relieve el carácter de espectro que tiene el autismo y las formas muy diversas en que el autismo puede presentarse.
Tríada de Wing
Antes de la publicación del DSM-5, el Autismo y la Síndrome de Asperger eran considerados trastornos distintos. El Autismo fue definido en el año 1943 por Leo Kanner, y la Síndrome de Asperger en el año 1944 por Hans Asperger.
Fue Lorna Wing en el año 1979 quien remarcó que, aunque la Síndrome de Asperger y el Autismo tenían diferencias cualitativas, las áreas de afectación eran las mismas: La Comunicación, la Interacción Social y la Rigidez Cognitiva.
Estas 3 áreas de afectación del Autismo y la Síndrome de Asperger fueron definidas como la Tríada de Wing.
Así pues, Lorna Wing puso de relieve las similitudes entre estos dos trastornos y sus observaciones fueron tan acertadas que a día de hoy, el Autismo y la Síndrome de Asperger ya no son diagnósticos independientes, sino que se han unificado dentro del Trastorno del Espectro del Autismo desde la publicación del DSM-5.
Habilidades de comunicación verbal y no verbal
Las dificultades de comunicación que pueden presentar se manifiestan tanto a nivel de comprensión como de expresión.
COMUNICACIÓN VERBAL: Algunas personas con TEA tienen habilidades lingüísticas adecuadas, pero encuentran dificultades para utilizarlas en una comunicación recíproca o en el contexto social en el que son necesarias. Otras no emplean lenguaje verbal y requieren el apoyo de Sistemas Alternativos y/o Aumentativos de Comunicación (SAAC) (sustituyen y apoyan al lenguaje oral, respectivamente).
COMUNICACIÓN NO VERBAL: Las personas con TEA pueden experimentar dificultades para emplear o extraer el significado de gestos o expresiones faciales de otras personas, así como de otros elementos relevantes para la interacción (contacto ocular, postura corporal, etc.), lo que puede suponerle alguna situación de malentendido.
Habilidades para la interacción social
Algunas personas con TEA pueden tener dificultades para relacionarse con los demás, comprender el entorno y desenvolverse en determinadas situaciones sociales. Se manifiesta, por ejemplo, en:
Acercamientos sociales inusuales o inadecuados para iniciar o reaccionar ante interacciones con otras personas.
Problemas para adaptar el comportamiento a distintos contextos o situaciones sociales.
Dificultades para comprender las reglas sociales “no escritas”.
Dificultades para entender o expresar las emociones de forma ajustada al contexto o a la situación.
Forma de pensar y comportarse- Flexibilidad de comportamiento y de pensamiento.
Las personas con TEA pueden tener dificultades para responder de manera flexible a las demandas de los diferentes contextos y ajustar su forma de pensar y de comportarse. Por ello, adaptarse a los cambios o a situaciones imprevistas puede suponerles un gran esfuerzo y generarles malestar, angustia o ansiedad. Puede manifestarse, por ejemplo, en insistencia en que las cosas sucedan siempre de la misma manera; en la disposición de un repertorio limitado de intereses específicos o en patrones de comportamiento rígido y repetitivo (como repetir las palabras o frases una y otra vez, exactamente de la misma forma -ecolalia-).
Estímulos sensoriales
Algunas personas con TEA presentan alteraciones en el procesamiento de los estímulos sensoriales, que se puede manifestar en malestar intenso ante determinados sonidos, olores, luces, sabores o texturas; interés inusual en aspectos sensoriales del entorno (como insistencia por oler o tocar determinadas cosas); fascinación por luces, objetos brillantes o que giran o indiferencia aparente al dolor o a la temperatura.
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